Les protagonistes són fantàstiques teixidores de comunicació i caliu.
La Bufanda Humanitaria
Las hermanas Pascualini,
tejedoras como ellas ya no hay. Una derecha, la otra zurda, cada una con una
aguja tejen el mismo saco y veinte gorros mientras esperan que hierva el agua
para el té. Ellas son así: tejen a la par y si una empieza a hablar, la otra la
idea la va a terminar.
– ¡Vení Torcuato…! -dice Eulalia.
–…a desovillar un rato -completa
Flavia.
Y por la ventana aparece el
ayudante, un gato especialista en ordenar la lana por color, meterla en los
canastos, hacer trencitas con las uñas y la punta del bigote, ovillar con las
patitas delanteras y desarmar un tejido con la patitas traseras.
– Se escapó un punto, necesito…
–…tu ayuda lindo gatito.
Y Torcuato ataja con la lengua a
ese punto travieso que trae dolores de cabeza a muchas tejedoras que no tienen
un gato experto en hallar puntos invisibles, saltarines, incorregibles y colocarlos en el lugar del tejido del que se
ha ido.
Las tejedoras Pascualini han
ganado una merecida fama, por eso tienen mucha clientela. Les piden un tapado,
una frazada o un sombrero alado y ellas tejen hasta cuando hacen los mandados.
Entre los clientes tienen uno
especial, el señor Ledesma. Lo conocieron una mañana de invierno que llegó a lo
de las tejedoras a encargar una bufanda amarilla y antes que él apoyara su
bicicleta en el árbol ya se la habían
terminado.
– ¡Caramba, con qué rapidez hacen
una bufanda! -dijo sorprendido el señor Ledesma. Desde ese día, todas las
mañanas llegaba con su bicicleta, tocaba una campanita y llamaba:
– ¡Eulalia, Flavia, Torcuato,
vengo por una bufanda!
A las hermanas Pascualini las
intrigó la actitud de Ledesma y, mientras una manejaba con pericia la aguja
derecha y la otra con destreza la aguja izquierda, Eulalia expresó una idea que
Flavia concluyó:
– Para qué quiere tantas…
– bufandas
– si tiene un solo…
– cuello
– ¿Dónde las guarda o
–…las expone?
– ¡Tal vez es un…
– coleccionista de bufandas!
Hasta que un día, después de la
bufanda 313, decidieron saber qué sucedía.
– Torcuato dejá de jugar con…
– el ratoncito Ñato.
– Preparate que esta noche…
– salimos a ver qué hace el señor
Ledesma.
Torcuato por los techos y ellas
en patineta persiguieron a Ledesma que salió en su bicicleta con la bufanda
azul con rayas grises que le habían hecho esa mañana. Anduvieron muchas
cuadras hasta llegar a un portón donde un hombre dormía en la vereda. Ledesma
lanzó su bufanda que giró en el aire y se enroscó en el cuello del anciano.
– ¡Oh, el señor Ledesma es un
amaestrador…
– de bufandas!
– ¡Expertas en detectar…
– desamparados!
– ¡El señor Ledesma es un
especialista…
– en dar calor al mundo!
– ¡Un abrazador…
– de cuellos fríos!
Tan impactadas quedaron Flavia y
Eulalia que esa noche tejieron la bufanda multicolor más larga del mundo, cien cuadras dicen algunos, ¡otros opinan que mil! Torcuato y el ratón Ñato ayudaron con los bigotes,
las colas y las patas.
Temprano, cuando Ledesma llegó a
encargar una nueva bufanda, se encontró con Torcuato que de un salto se subió
al manubrio y le entregó dobladita y con moño la Bufanda Humanitaria.
Eulalia y Flavia lo saludaron desde la ventana, estaban felices porque sabían
que desde ese día el mundo iba a estar más abrigadito.
Ana Gracia/Tihada
Conte extret :
http://cuentosdetihada.blogspot.com.es/2013/04/les-presento-las-tejedoras-que-el-mundo.html
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